Se
escuchó un sonido vibrante, como un moscardón mecánico, era un avión pequeño
que volaba bajo, aún no salía el sol. Encendió
la tv. Un terremoto había devastado una nación entera.
La gente
primero se quedó quieta, esperando a que pasara. Algunos sacaron sus teléfonos
y cámaras, comenzaron a grabar la tragedia que se les venía encima.
Entonces
cayeron los libros
lo que había en los estantes
todo se comenzó a desmoronar
cundió el pánico
salieron a la calle
fueron a las zonas seguras
pero la tierra
se abrió
las líneas del tren
se retorcieron
las tuberías de gas
los oleoductos
se resquebrajaron
iniciaron los fuegos
las fugas de radioactividad
la gente
cayó
de rodillas
sonaron
las alarmas
el
infierno
estaba
allí
corrieron
hacia
zonas más altas
lo que se venía era fulminante
miraron el mar
a lo lejos
los tropeles gigantes
venían
despavoridos
lloraron
se abrazaron
los niños preguntaron a papá
¿qué pasa?
papá silenció un lamento
la barreras de la ciudad nos tienen que proteger
las olas se acercaron a la
costa
nada los podría haber
protegido de eso
las cámaras
seguían
grabando
se escuchó un estruendo
la naturaleza
quería
borrar al hombre
darle una
lección
porque
el hombre no aprende
el Tsunami lo arrasó todo
detrás no quedó nada.
A los vivos
no les queda otra que esperar
que baje el agua
y luego
salir a buscar a sus muertos
¿papá, a donde está mamá?
La presentadora de noticias acababa de
anunciar que la cifra de muertos y desaparecidos era superior a diez mil y el
recuento apenas comenzaba. Días
difíciles para Japón.
Trató de
dormir un poco más pero no pudo, se levantó, fue a la ventana, sintió el aire. Frente
a él, se dibujaba un mar de azoteas de cemento, antenas de televisión, cables
eléctricos que partían el firmamento y los techos oxidados de una ciudad tóxica.
No sabía si se debía a la lluvia que venía o al smog, probablemente a las dos y más tarde caerían lágrimas oscuras.
Antes de
las ocho estaba en la tienda de la esquina, bebiendo un café, junto a otros
hombres y mujeres que iban para el trabajo, mirando las noticias en una
pantalla gigante. Los noticieros continuaban anunciando la tragedia que se
vivía en Japón. Comenzaban a hablar del
desastre radioactivo de la central de nuclear de Fukushima.
Un viento
frío se le coló hasta los huesos.
pero la realidad supera a la ficción...
pero la realidad supera a la ficción...
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