Una mañana cualquiera, mientras
visitaba el negocio de un amigo, en el pueblo de Jojutla, en
el estado de Morelos (México), una motocicleta se parqueó frente a nosotros. Un hombre
joven, que sonreía, y que traía un cámara en el cuello, se presentó:
– Antonio Morquecho, en el lugar de los
hechos– de inmediato mi amigo agregó que Morquecho era el reportero del pueblo,
ganador de varios premios y reconocimientos.
Su especialidad: cubrir las
atrocidades producidas por el narco y el
crimen organizado.
Medio en broma, medio en
serio, Morquecho dijo que incluso una banda había grabado un narco corrido en
su honor.
De inmediato sacó un Ipod
y lo puso para que lo escucháramos. “… en
el lugar de la noticia, anda rifándose el cuero…”, decía la canción, en
referencia a una balacera acaecida en el pueblo, y en la cual Morquecho estuvo presente.
Alegre, me contó que su
trabajo consistía en cubrir los
acontecimientos que sucedían en el pueblo, a bordo de su motocicleta, para
reportar los muertos, los desmembrados, los secuestros y las extorsiones. Lo dijo casi como si se tratara de un juego, a
pesar de que se estima que el número de
muertos relacionados con la guerra contra el crimen organizado sobrepasa los 35 000 muertos, 15 000 de ellas
en el 2010, según la organización Reporteros sin Fronteras.
Hoy me pregunto: –¿Morquecho,
seguirá con vida? ¿Podrá su misticismo y ética con las balas y el fuego?
Ojalá que así sea.
Según cifras del
International Press Institute, México es el país más peligroso
para ejercer esta profesión, al 8 de
octubre del 2011, tenía registrados 12
periodistas muertos, seguido por Iraq, con 9, y Honduras, Brasil, Chile y
Libia, con 5.
Cabe hacer una observación,
en el caso de Iraq, y Libia reina un clima bélico y de inestabilidad política.
En Honduras, hace alrededor de dos años que se dio el golpe de estado que derrocó
al presidente Zelaya. Pero en México no
sucede esto, de hecho, se supone
que hay una democracia
relativamente sana, en la cual
hay al menos tres partidos políticos fuertes, disputándose el poder.
“Mafias y carteles representan hoy a escala mundial la
principal amenaza para la libertad de informar. Fenómeno transnacional, el
crimen organizado no se reduce al sangriento ajuste de cuentas o a hechos
dispersos, se ha convertido en una verdadera influencia de la economía paralela
sobre la economía legal, que la prensa tiene enormes dificultades en describir.
Inaprensible y lejos del tiempo mediático, el crimen organizado es cada vez más
amenazante para la seguridad de los periodistas, pero también para la capacidad
de investigación del cuarto poder, señaló Reporteros sin Fronteras, en su informe Crimen organizado, la información entre sus manos, publicado en febrero anterior.
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